La Comunidad de Madrid se prepara para enfrentar un significativo desafío demográfico, algo que se ha establecido claramente en el reciente congreso organizado por la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA). Este evento, enfocado en temas cruciales para las personas mayores como el buen trato, el trabajo más allá de los 50 años, el humanismo digital y la economía plateada, ha resaltado la necesidad urgente de adaptar las políticas públicas a una creciente población de adultos mayores.
Las estadísticas presentadas durante el congreso por el director general de Atención al Mayor y a la Dependencia revelaron que actualmente hay más de 1,3 millones de personas mayores de 65 años en la región madrileña. El futuro no muestra indicios de desaceleración en este crecimiento; las proyecciones indican que en los próximos 15 años, mientras la población general crecerá un 15%, la población mayor de 65 años experimentará un incremento del 47%. Esta realidad resalta la importancia de priorizar recursos y estrategias hacia el envejecimiento activo y la prevención de la dependencia.
El congreso no solo ofreció un foro para el debate de estas cifras inquietantes, sino que también subrayó la necesidad de una coordinación efectiva entre las administraciones públicas, asociaciones y entidades privadas. Todas estas partes deben trabajar en conjunto para crear un entorno más favorable para los mayores y promover la autonomía y la seguridad en el envejecimiento. Este enfoque colaborativo es vital, especialmente en una región como Madrid, que cuenta con una esperanza de vida envidiable de 85,39 años.
En línea con estas intenciones, el director general enfatizó la inminente finalización del primer Plan de Envejecimiento Activo y Prevención de la Dependencia de la Comunidad de Madrid. Este plan innovador está basado en cinco pilares fundamentales: asegurar un envejecimiento seguro, saludable y participativo, además de prevenir la dependencia y promover la autonomía. Este esfuerzo tiene como objetivo no solo mitigar los impactos de un envejecimiento poblacional acelerado, sino también mejorar la calidad de vida de los mayores en una sociedad en constante cambio.
La respuesta a este desafío será una prueba crítica para la capacidad de adaptación de las políticas sociales y la cohesión interinstitucional. Como se destacó en el congreso, la clave estará en destinar los recursos necesarios y fomentar la colaboración para crear un futuro más inclusivo y equitativo para todas las generaciones.