El legado de Mario Vargas Llosa sigue siendo una fuente inagotable de reconocimiento y homenaje. A pesar de su fallecimiento el pasado 13 de abril en Lima, su contribución a la literatura y la cultura no ha cesado de recibir honores. La Medalla Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid vuelve a ser concedida al reconocido autor, un gesto que, más allá de recordar sus logros pasados, celebra su inquebrantable dedicación a la escritura incluso después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 2010.
La ceremonia de entrega coincide con un momento de reflexión sobre el impacto que su obra ha tenido no solo en su país natal, Perú, sino también en España, donde Vargas Llosa encontró un segundo hogar. Desde su llegada a Madrid en 1958 para cursar estudios en la Universidad Complutense, la capital española se convirtió en un lugar central de su vida y obra. Es aquí donde comenzó a escribir «La ciudad y los perros» y donde muchas de sus otras célebres obras, como «Conversación en la catedral» y «La fiesta del chivo», cobraron vida.
La relación del autor con la ciudad no fue unidireccional. Madrid le adoptó con cariño, reconociendo su talento a través de diversos homenajes, incluyendo su nombramiento como Hijo Adoptivo de la ciudad y Madrileño del Año. Estos reconocimientos testimonian una conexión profunda, visible también en instituciones como la biblioteca que lleva su nombre y los centros educativos destinados a honrar su legado literario.
Su labor cultural trascendió la ficción. Durante más de seis décadas, Vargas Llosa también se destacó como articulista, contribuyendo a la discusión pública desde diversas plataformas mediáticas. Su influencia se extiende además al ámbito académico, siendo honrado con más de 30 doctorados honoris causa por universidades internacionales, reflejo del respeto que su obra y pensamiento generaron en todo el mundo.
La programación especial que la Comunidad de Madrid prepara en su honor para Hispanidad 2025 asegura que el eco de su voz seguirá resonando entre generaciones, subrayando su papel como un pilar del patrimonio cultural hispánico. Vargas Llosa no solo dejó un legado literario, sino también un ejemplo de incansable vocación por las letras que continuará inspirando a futuros escritores y lectores.