La región ha mantenido un liderazgo casi ininterrumpido desde 2011 en la clasificación de desempeño económico y social, exceptuando el año 2020, cuando descendió al puesto 65 debido a las repercusiones de la pandemia de COVID-19. Este descenso no fue sorprendente, dado que muchas regiones a nivel global experimentaron importantes contracciones económicas e interrupciones en sus actividades regulares durante ese año. Sin embargo, lo notable es la recuperación casi inmediata que siguió, lo que demuestra la resiliencia y capacidad de adaptación de la región ante situaciones adversas.
El resto de los años, la región ha demostrado un crecimiento constante y capacidad de innovación que le ha permitido no solo recuperar su posición, sino también seguir liderando en diversos indicadores económicos y sociales. Este desempeño ha sido el resultado de políticas eficaces, inversión en infraestructuras y la capacidad de atraer talento y empresas que han fortalecido su tejido económico. En años más recientes, se ha visto además una diversificación de su economía hacia sectores más sostenibles, lo que podría garantizar la continuidad de ese liderazgo en el futuro cercano.
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