La futura Comisión Europea ha encontrado una vía de desbloqueo gracias al respaldo del Partido Popular Europeo (PPE) a la candidatura de la española Teresa Ribera como vicepresidenta de Transición Justa, Limpia y Competitiva. A pesar de la oposición del PP español liderado por Alberto Núñez Feijóo, Ribera ha logrado contar con el apoyo necesario, en parte gracias a la aceptación por parte de los socialdemócratas del candidato ultraderechista italiano, Raffaele Fitto, para un cargo similar. El acuerdo, alcanzado por líderes de los grupos políticos como PPE, socialdemócratas y liberales, permitirá avanzar hacia la votación del conjunto del colegio de comisarios liderado por Ursula von der Leyen, en un plenario previsto en Estrasburgo en los próximos días.
Sin embargo, este proceso ha evidenciado las tensiones inherentes y la polarización presente en la nueva legislatura europea. El entorno político se encuentra más inestable que nunca, reflejando cómo los asuntos nacionales influyen cada vez más en el Parlamento Europeo. El caso de Teresa Ribera ha ejemplificado este fenómeno, utilizándose su candidatura como un argumento en la política interna española. El acuerdo, aunque impulsa la formación del Ejecutivo comunitario, pone de manifiesto las frágiles alianzas entre populares, socialdemócratas y liberales, y deja patente cómo la geometría variable será esencial para las futuras colaboraciones en la Eurocámara. Este escenario desafiante se da en un contexto global de tensiones crecientes, con la guerra en Ucrania y potenciales conflictos comerciales transatlánticos en el horizonte.
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