La política en Portugal ha experimentado una notable reconfiguración tras las elecciones del domingo, marcando un hito desde la caída de la dictadura en 1974. La coalición conservadora AD, liderada por Luís Montenegro, obtuvo la victoria con el 32,7% de los votos, aumentando sus escaños de 80 a 89. Sin embargo, el verdadero fenómeno de la noche fue André Ventura y su partido Chega, que casi alcanzó la segunda posición al quedarse a solo 52.000 votos del Partido Socialista, el cual sufrió una considerable derrota al perder más de 400.000 votos y reducir su representación de 78 a 58 escaños. Este drástico resultado llevó a Pedro Nuno Santos a dimitir como secretario general del Partido Socialista.
Chega, con un 22% del respaldo electoral, emergió como la tercera fuerza, consolidando el fin del tradicional bipartidismo de la política portuguesa. Ventura celebró los avances y manifestó su ambición de gobernar eventualmente, descartando convertirse en un mero aliado de AD. Mientras tanto, la suma de votos de las fuerzas de izquierda alcanzó su nivel más bajo en la historia democrática del país, y partidos como Livre e IL también marcaron ganancias significativas en su representación. La participación electoral ascendió al 64,3%, reflejando un activismo sostenido incluso en un contexto de elecciones anticipadas, desatadas por la crisis política que envolvió a Montenegro. Ahora, el país enfrenta la incertidumbre sobre la formación de un gobierno estable, mientras Marcelo Rebelo de Sousa inicia consultas con los líderes partidarios.
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