La Casa Blanca ha iniciado la demolición del Ala Este como parte de un ambicioso proyecto de 250 millones de dólares destinado a construir un nuevo salón de baile, propuesto por el presidente Donald Trump. Las obras incluyen la eliminación de secciones de la entrada cubierta y ventanas, mientras maquinaria pesada opera en el área sur del emblemático edificio. Trump ha afirmado que el Ala Este recibe una “total modernización”, describiendo el nuevo espacio como un sueño anhelado por los presidentes durante más de un siglo.
No obstante, la iniciativa ha suscitado críticas por su falta de transparencia y por potencialmente alterar un edificio considerado patrimonio nacional. Expertos y organizaciones profesionales han expresado su preocupación, ya que el proyecto no ha pasado por el proceso de revisión habitual del Servicio de Parques Nacionales, lo cual podría afectar la integridad histórica de la Casa Blanca. A pesar de estas inquietudes, el director de McCrery Architects, encargado de la renovación, se comprometió a preservar la elegancia clásica del Ala Este mientras se incorporan mejoras de seguridad bajo la supervisión del Servicio Secreto. Con esta modificación, la Casa Blanca busca adaptarse a las demandas contemporáneas, aunque su legado histórico podría verse en peligro.
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