En el complejo entramado político del Parlamento Europeo, los recientes movimientos han evidenciado un claro viraje hacia la derecha, resultado de la pérdida de peso de los liberales en la Eurocámara. Tal cambio ha inducido al Partido Popular Europeo a buscar alianzas con formaciones aún más a la derecha para poder materializar decisiones que los socialdemócratas y liberales no apoyan. Este panorama tenso ha desembocado en un acuerdo para la aprobación del colegio de comisarios, necesario para el funcionamiento del ejecutivo comunitario, pese a la resistencia y dilatadas negociaciones entre las principales familias políticas. La confianza, especialmente entre los miembros socialdemócratas, se ha erosionado, expresada abiertamente tras la dura audiencia de la candidata Teresa Ribera, quien enfrentó condiciones impuestas por los populares para asegurar su candidatura.
A pesar de estos desafíos, Teresa Ribera está preparada para asumir la vicepresidencia de la Comisión Europea, demostrando su relevancia y prestigio internacional, adquiridos a través de su gestión en la Transición Ecológica de España. Sin embargo, su candidatura no estuvo exenta de controversias internas, especialmente debido a críticas sobre su gestión de la DANA y presiones para retrasar su confirmación hasta su comparecencia en el Congreso de los Diputados. Aunque los populares españoles intentaron forzar un cambio de candidato, terminaron cediendo bajo la presión de socialdemócratas y liberales, que acordaron un texto común que estructura una frágil coalición para la próxima legislatura. A medida que se aproxima la votación del 27 de noviembre, las tensiones se mantienen, con algunas delegaciones ya anticipando que no seguirán la línea de sus grupos, poniendo a prueba la unidad y estabilidad de la gran coalición en el Parlamento Europeo.
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