El reciente regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha generado una creciente preocupación entre las empresas españolas con intereses en el país norteamericano, debido a las posibles políticas proteccionistas que planea implementar. Entre las más controvertidas destacan la propuesta de un arancel universal del 10% al 20% sobre todos los bienes importados, sin importar su procedencia, así como la amenaza de romper el acuerdo alcanzado con la Unión Europea en 2021 para suspender los impuestos compensatorios vinculados al polémico conflicto Airbus-Boeing. Estas medidas podrían afectar severamente a un valor estimado de 23.000 millones de dólares en exportaciones españolas anuales a Estados Unidos. Sectores como el agroalimentario, especialmente el aceite de oliva y el vino, están bajo creciente presión, recordando los duros golpes que enfrentaron en el primer mandato de Trump, cuando las exportaciones de aceite al mercado estadounidense cayeron un alarmante 60%.
Por otro lado, aunque el sector agroalimentario es uno de los más vulnerables, también se observan riesgos en el ámbito industrial aeroespacial, crucial para España debido a la presencia de multinacionales que producen componentes vitales para aviones comerciales y militares. Ante este escenario, las empresas están considerando estrategias para mitigar el impacto potencial, como aumentar temporalmente los envíos antes de posibles aranceles, diversificar mercados, o incluso trasladar algunas operaciones a territorio estadounidense para esquivar estos impuestos. Sin embargo, la solución a largo plazo parece residir en ampliar los mercados objetivos hacia regiones como Asia y América Latina, minimizar la dependencia del mercado estadounidense y buscar acuerdos comerciales que permitan reducir el impacto negativo de estas políticas arancelarias en el horizonte internacional para asegurarse de que las empresas españolas sigan siendo competitivas en la economía global.
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