En Los Ángeles, la alcaldesa demócrata Karen Bass ha implementado un toque de queda en respuesta a la escalada de violencia durante las manifestaciones contra los operativos migratorios del expresidente Donald Trump. La medida, vigente desde el martes por la noche hasta la mañana del miércoles, se tomó tras el vandalismo registrado en varios comercios durante las protestas que han sacudido el centro de la ciudad. Bass advirtió que quienes violen el toque de queda enfrentarán arrestos. La robusta presencia policial, con cuerpos de seguridad estatal y federal, busca apaciguar las manifestaciones que exigen el fin de las políticas migratorias de Trump, mientras el presidente calificó las protestas de invasión extranjera y justificó el despliegue de miles de soldados y guardias nacionales.
Las manifestaciones se centran en la zona del Centro Cívico y alrededores, donde las autoridades han extendido el toque de queda a barrios aledaños como el Distrito del Arte y Skid Row. A pesar del discurso de la administración Trump, que describe a Los Ángeles como un «desastre», las autoridades locales insisten en que el desorden se limita a un pequeño perímetro. Las protestas han bloqueado temporalmente la autopista 101 y dejado graffi en las fachadas del centro, incluyendo mensajes como «Muerte a la policía». Con el Mundial 2026 en el horizonte, la alcaldía planea restaurar la ciudad, trabajo que se ha complicado por la reciente violencia. Bass confía en que el toque de queda facilitará no solo el orden, sino también el embellecimiento de la ciudad con la colaboración empresarial.
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