Ocho años después de dejar el cargo, el expresidente continúa demostrando su habilidad para desviar la atención mediática y utilizar el ciclo informativo para sus propios intereses. Este fenómeno no solo mantiene su relevancia en el ámbito político, sino que también subraya su capacidad para influir en la agenda pública y en la percepción de su figura, tanto por seguidores como por críticos. Aprovechando tanto medios tradicionales como plataformas digitales, su presencia sigue siendo un factor determinante en el debate público actual.
Las tácticas del expresidente para monopolizar la atención mediática incluyen declaraciones controvertidas, intervenciones en redes sociales y apariciones en eventos de alto perfil. Estos movimientos estratégicos no solo generan una cobertura mediática extensa, sino que también obligan a otros actores políticos y medios de comunicación a reaccionar frente a sus acciones, reforzando así su influencia. Este control sobre el ciclo de noticias le permite mantener una visibilidad constante, utilizando el escrutinio público como una herramienta para promover sus agendas y objetivos personales.
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