La administración del presidente Donald Trump ha intensificado su ofensiva contra las universidades de élite de Estados Unidos al anunciar la congelación de fondos federales millonarios a instituciones como Cornell y Northwestern, sumando a la lista previamente afectadas como Columbia, Harvard, Princeton y Brown. Esta acción, que afecta principalmente a subvenciones y contratos federales, está motivada por investigaciones sobre la supuesta respuesta inadecuada de los rectorados a manifestaciones de antisemitismo en los campus, marcando así un método de presión para obtener concesiones relacionadas con políticas expresivas sobre Israel. La medida ha generado una ola de controversia, reflejando una batalla que podría tener efectos profundos en la autonomía académica y la libertad de expresión en los campus universitarios de Estados Unidos.
El contexto se agrava con la renuncia de rectoras de algunas de estas universidades y la presión política que enfrentan las administraciones académicas. Paralelamente, el gobierno de Trump ha adoptado acciones como la revocación de visados a estudiantes extranjeros, en especial aquellos involucrados en protestas propalestinas, argumentando razones de seguridad nacional bajo una ley de 1952. Hasta el momento, casi 300 estudiantes se enfrentan a la revocación de sus visados, mientras que detenciones de estudiantes han suscitado las críticas de defensores de derechos civiles. Estas acciones han generado tensiones en campos universitarios de todo el país, reflejando una división creciente sobre el manejo de temas políticos y sociales bajo la administración actual.
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