En octubre de 2016, la familia Kardashian enfrentó una de las experiencias más traumáticas de su vida. Durante su estancia en París, en el marco de la Semana de la Moda, Kim Kardashian fue víctima de un violento asalto. La estrella de la telerrealidad fue amordazada y atada en su lujoso apartamento, temiendo por su vida y pensando que podría ser violada y asesinada. Los ladrones consiguieron huir con joyas valoradas en 10 millones de dólares, incluido un anillo de compromiso que Kanye West le había regalado a Kardashian, tasado en cuatro millones. A lo largo de cinco años, las autoridades francesas avanzaron en sus investigaciones, deteniendo a 17 personas vinculadas al robo, de las cuales 12 fueron juzgadas en 2021. Sin embargo, el caso se reabrió y ahora se ha confirmado que Kim Kardashian testificará en París este mayo, un testimonio esperado que se desarrollará ante un jurado de 12 personas.
El ataque atrajo la atención mundial, y hasta el entonces presidente francés François Hollande se interesó por la seguridad de Kardashian, comprometiéndose a incrementarla en sus futuras visitas al país. La empresaria relató en el programa de Ellen DeGeneres el terrorífico momento que vivió, creyendo inicialmente que los ruidos provenían de su hermana y una amiga, y terminando con una experiencia que describió como «ocho minutos de tortura». La magnitud del incidente incluso inspiró a uno de los asaltantes, Yunice Abbas, a escribir un libro titulado «Yo secuestré a Kim Kardashian», en el cual detalló el robo y explicó su arrepentimiento, llegando a enviar una carta de disculpas a Kardashian desde la cárcel por los daños psicológicos causados. Este revuelo mediático reflejó tanto la naturaleza traumática del crimen como la extraordinaria exposición pública de la celebridad.
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