La reciente invitación al expresidente Donald Trump para una visita de Estado a Londres ha generado descontento entre ciudadanos canadienses. Esta reacción surge en el contexto de las relaciones diplomáticas y comerciales de Canadá y el Reino Unido, ya que muchos consideran que la visita de Trump podría afectar la imagen y los intereses internacionales canadienses. El desencanto se debe, en parte, a la percepción negativa del legado político de Trump, tanto en términos de diplomacia como de políticas medioambientales y comerciales que han tenido impactos más allá de las fronteras estadounidenses.
Las críticas se han intensificado en las redes sociales y en medios canadienses, donde se debate sobre las implicaciones políticas y éticas de recibir a una figura tan polarizadora. Algunos líderes de opinión consideran que el gesto de Londres podría interpretarse como una falta de sensibilidad hacia países que buscan fortalecer sus lazos post-Brexit con el Reino Unido. Esta situación ha puesto de relieve las tensiones entre aliados tradicionales, subrayando la complejidad de la diplomacia internacional en un mundo post-pandémico donde las narrativas políticas siguen redefiniéndose.
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