La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, ha reconsiderado varias de sus posturas más progresistas que manejaba durante su época como senadora en California, en el marco de su segunda campaña presidencial. Durante un debate frente al expresidente Donald Trump y otros eventos públicos, Harris ha evitado detallar sus políticas sobre inmigración, economía y fracking, buscando captar el voto de los moderados en estados clave, esenciales para asegurar la victoria demócrata en las elecciones presidenciales. A pesar de este ajuste en su discurso, la exsenadora ha enfrentado críticas por la falta de claridad en sus propuestas económicas, destinadas a aliviar preocupaciones sobre la inflación y la protección de empleos en industrias locales, temas de gran relevancia para la clase media trabajadora.
En una entrevista con la periodista Dana Bash de CNN, Harris insistió en que sus valores fundamentales no han cambiado, aunque ha adaptado sus políticas para atraer a un electorado más amplio. Sin embargo, esta estrategia no ha logrado convencer a segmentos críticos como los trabajadores de clase media, que desconfiaban de sus propuestas en torno a la «economía de cuidados». Esto se suma a un historial de reversos en posiciones clave: desde su apoyo inicial a «Medicare para todos», la prohibición del fracking, y el Green New Deal, hasta su postura sobre la inmigración y la promoción de vehículos de cero emisiones al año 2040. Estos cambios reflejan su intento de equilibrar la atracción de votantes moderados sin alienar a su base izquierdista, un desafío crucial en su campaña.
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