En la reciente inauguración del año judicial, el Tribunal Supremo se convirtió en escenario de una ceremonia cargada de solemnidad y simbolismo, reflejando el poder y la institucionalidad del sistema judicial en España. Las autoridades vestidas con togas y medallas dieron un aire de importancia al acto, que incluyó los tradicionales discursos del fiscal general del Estado y la presidenta del Tribunal Supremo. Estos discursos abordaron los retos del sistema judicial, llamando al ministro de Justicia a proporcionar los recursos necesarios para mantener la calidad judicial. La clausura del evento estuvo a cargo del rey, simbolizando la judicialidad en nombre de la Constitución.
Sin embargo, la ceremonia no estuvo exenta de tensiones políticas y críticas. Las peticiones de algunos vocales conservadores del Consejo General del Poder Judicial de excluir al fiscal general de su intervención generaron controversia. La presidenta del Supremo destacó la importancia de preservar la confianza en la justicia, aunque evitó abordar temas de imparcialidad que muchos consideran esenciales para el poder judicial. Las descalificaciones por parte de los poderes públicos y las acusaciones contra el fiscal general alimentaron un ambiente de confrontación, evidenciando las divisiones internas y dejando entrever que el año judicial comienza con las espadas en alto y con una necesidad urgente de reconciliar confianza y credibilidad en el sistema.
Leer noticia completa en El Pais.