Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, dos figuras prominentes del independentismo catalán, han vuelto a centrar la atención política tras su encuentro en Waterloo, Bélgica. Oriol Junqueras, presidente de Esquerra Republicana (ERC), ha dejado claro que no facilitará un gobierno de extrema derecha en España, una postura que refuerza el papel de ERC en el espacio político de izquierda y soberanista. A diferencia del fenómeno desvaneciente de Ciudadanos, que en su intento de abarcar el centro terminó nutrido por la extrema derecha, ERC se mantiene en su posición tradicional. Junqueras ha sabido distanciar a su partido de tendencias populistas que podrían desestabilizarlo y llevarlo a un peligroso cruce de extremos, asegurando su enfoque hacia objetivos soberanistas y sociales.
Mientras tanto, Junts, bajo el liderazgo simbólico de Puigdemont, enfrenta el desafío de redefinirse en el actual contexto político. La figura de Puigdemont, aunque fracasa en asegurar la presidencia de la Generalitat, reaparece como un intento de mantener la cohesión interna en Junts y evitar enfrentamientos que impidan la reconexión con sus raíces históricas. Este partido, que alguna vez lideró el ámbito conservador nacionalista en Cataluña bajo el ala de Jordi Pujol, ahora busca reorientarse tras el estallido del ‘procés’. La vuelta de Puigdemont cierra un ciclo que debe finalizar para permitir a Junts avanzar hacia un futuro donde nuevamente pueda jugar un papel destacado en el poder económico y político catalán, lejos de las nostalgias de revoluciones inacabadas.
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