Una de las propuestas más simbólicas impulsadas por Carles Puigdemont, que buscaba delegar las competencias de inmigración a la Generalitat de Cataluña, ha fracasado al no lograr el respaldo necesario en el Congreso. La iniciativa obtuvo 173 votos a favor y 177 en contra, perdiendo el apoyo de Podemos, que manifestaron su rechazo por considerar la propuesta con tintes racistas, una acusación negada por Junts, PSOE y aliados como ERC, BNG, Compromís y EH Bildu. El PSOE, comprometido con el acuerdo, defendió la propuesta argumentando que no se trataba de un traspaso total de competencias, sino de una delegación para mejorar la eficiencia y evitar duplicidades.
La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, destacó la supuesta ineficacia del gobierno central en temas migratorios, presentando la necesidad urgente de la delegación como una forma de salvaguardar la identidad catalana. Sin embargo, su retrato de una Cataluña desbordada por la inmigración fue visto con desconfianza por Podemos, que interpretaron algunas partes de la propuesta como una asociación problemática entre inmigración y criminalidad. Pese a esfuerzos de aliados cercanos como EH Bildu y ERC para que reconsideraran su postura, la negativa de Podemos resaltó alianzas complicadas dentro de la mayoría de investidura, sugiriendo que el camino hacia un estado plurinacional en España enfrenta desafíos internos significativos.
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