A medida que los jóvenes de la Generación Z ingresan al mercado laboral, se enfrentan a un creciente escepticismo sobre su futuro financiero, especialmente en lo que respecta a la jubilación. Estigmatizados por experiencias económicas pasadas, como la crisis financiera de 2008 y la pandemia de 2020, estos jóvenes abordan su futuro con realismo. Un reciente informe del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) sugiere que podrían tener que retrasar su jubilación hasta los 71 años para recibir una pensión adecuada, debido a carreras laborales intermitentes y start-ups tardías. Sin embargo, organizaciones como CC OO han criticado estas proyecciones como alarmistas, argumentando que buscan incitar un conflicto intergeneracional para justificar futuras reformas de pensiones.
El debate sobre la viabilidad del sistema de pensiones continúa generando controversia. Mientras que estudios recientes cuestionan el realismo del escenario propuesto por el Ivie, el Ministerio de Seguridad Social reafirma la solidez del sistema actual. La precariedad laboral y la dificultad para acceder a una vivienda siguen siendo obstáculos significativos para los jóvenes, a pesar de las mejoras en las tasas de empleo juvenil. Expertos destacan la importancia de adaptar el sistema de pensiones a las realidades demográficas actuales y de mejorar las condiciones laborales para asegurar un futuro más estable. Además, la creciente necesidad de trabajadores inmigrantes se presenta como una solución potencial para mantener el equilibrio entre la población activa y los futuros pensionistas.
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