En un intento por revivir la emoción y la autenticidad del ciclismo, algunas voces sugieren añadir olores característicos a las salas de exposiciones y museos dedicados al deporte, evocando el linimento y la árnica que históricamente acompañaban a los ciclistas. Mientras tanto, el Tour de Francia, bajo el liderazgo de Tadej Pogacar, se enfrenta a críticas por la falta de sorpresas y emoción en las etapas, donde los escapados luchan a duras penas por mantener pequeñas ventajas. El dominio de Pogacar parece haber eliminado el elemento de incertidumbre y competencia acérrima que tanto atraía a la afición.
Sin embargo, el ciclo se renueva con la reaparición de emocionantes sprints masivos, donde figuras como Jonny Milan destacan con su imponente presencia y técnica en los momentos finales. Milan, de 24 años, logró su primera victoria de etapa en el Tour, frenando una sequía de triunfos italianos. Su éxito revitaliza las esperanzas de un ciclismo impredecible y emocionante, recordando que más allá del control de las cifras y la tecnología, el deporte sigue siendo una batalla de instintos y fuerza bruta. Mientras tanto, Pogacar permanece tranquilo en el maillot amarillo, sin preocuparse mucho por el calendario futuro, y sin descartar aún su participación en próximas competiciones.
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