En una noche cargada de emociones, Joaquín Sabina dio inicio a su gira «Hola y adiós» en el Movistar Arena de Madrid, un evento que promete ser uno de los más memorables de su carrera. Aunque es imposible llegar sin alguna lágrima, la noche fue un torrente de emociones para las 12.000 almas presentes. Sabina, eterno trovador y figura icónica de la música en español, confesó con sentimiento su deuda con Madrid, la ciudad que inspira su arte desde hace décadas. La velada comenzó con «Yo me bajo en Atocha”, una de sus más emblemáticas odas a la capital, antes de sumergir al público en un viaje a través de sus más queridos clásicos.
La elección del repertorio fue un reflejo de la familiaridad de Sabina con su público, aunque algunos esperaban sorpresas mayores. A pesar de la longeva carrera que alberga más de doscientas canciones, el artista optó por temas recurrentes, sin riesgos inesperados, salvo la inclusión de la inédita «Un último vals» en formato de videoclip. La banda que lo acompañó, extremadamente hábil, permitió al cantante tomarse pausas mientras otros talentos, como Jaime Asúa y Mara Barros, tomaban el relevo vocal. El cierre, con «Tan joven y tan viejo», encapsuló una carrera llena de nostalgias y desafíos superados. Aunque podría ser un adiós, el público mantiene la esperanza viva de que, como otros grandes, Sabina regrese algún día a las tablas.
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