El regreso de Jimmy Kimmel a la televisión, tras una suspensión de su programa por un controvertido comentario sobre el activista Charlie Kirk, se convirtió en un punto de debate nacional sobre la libertad de expresión en Estados Unidos. Durante su primer monólogo tras el incidente, Kimmel defendió su derecho a expresarse y criticó las presiones gubernamentales que buscan silenciar a los cómicos. La suspensión, provocada por un comentario considerado inapropiado sobre el presunto asesino de Kirk, puso en jaque la relación entre medios y política, destacando las tensiones en la segunda era de Donald Trump. Kimmel, visiblemente emocionado, aprovechó la ocasión para disculparse y enfatizar que nunca pretendió burlarse del trágico evento, sino más bien llamar la atención sobre los problemas de fondo.
El reencuentro del humorista con su audiencia fue emotivo y desafiante, atrayendo un millón de reproducciones en YouTube en solo una hora. La cobertura del evento en medios destacó el apoyo que Kimmel recibió de figuras inesperadas de la derecha, así como el boicot de ciertas cadenas locales que decidieron no emitir su programa, ilustrando las divisiones políticas vigentes. Mientras tanto, Trump criticó severamente la decisión de ABC de reincorporar a Kimmel, en un contexto donde la administración busca restringir los discursos críticos. Este caso subraya la importancia de la libertad de prensa y expresión en el país, y Kimmel, firme en su postura, llamó a alzar la voz contra cualquier intento de censura estatal.
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