En un contexto donde la definición de quién es realmente un astronauta se encuentra en revisión, el presentador y montañero Jesús Calleja se prepara para subirse a una nave de Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos, para un vuelo suborbital que alcanzará los 100 kilómetros de altura, atravesando así la línea de Kármán que demarca el límite entre la atmósfera terrestre y el espacio exterior. Esta incursión, parte de un acuerdo con Mediaset y Amazon Prime, le permitirá disfrutar de unos momentos de ingravidez, junto a un grupo de empresarios que han pagado alrededor de un millón de dólares por la experiencia. Sin embargo, la naturaleza de este viaje ha suscitado un debate en torno a si participar en dicho vuelo, caracterizado por su corta duración y falta de actividades técnicas o científicas, debería ser suficiente para obtener el título de «astronauta».
A medida que más personas acceden al espacio gracias a la reducción de costos de los vuelos privados, la tradicional percepción de un astronauta, como un profesional rigurosamente entrenado por agencias como la NASA, se ha transformado. Incluso la Administración Federal de Aviación (FAA) dejó de otorgar sus insignias de astronauta comercial en 2021, optando por reconocer simplemente a aquellos que alcanzan el espacio en su sitio web. Mientras tanto, la Federación Aeronáutica Internacional considera cambiar la definición y los criterios relacionados con ser o no astronauta, diferenciando claramente entre vuelos suborbitales, como el de Calleja, y vuelos orbitales como los organizados por SpaceX. En este escenario, figuras destacadas como el exministro español Pedro Duque sugieren la necesidad de una terminología específica para quienes participan en estos breves ascensos, subrayando que son viajes sin implicaciones técnicas comparables a las misiones espaciales tradicionales.
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