La percepción general de que a los hombres de baja estatura les va peor en la vida ha sido alimentada por anécdotas y mitos que perduran a lo largo del tiempo. Un ejemplo clásico mencionado es el del director James Cameron, quien en el rodaje de Titanic supuestamente eligió a extras de menos de 1,70 metros para que el barco pareciera más imponente, generando ahorro en costes. De modo similar, actores como James McAvoy han compartido cómo su estatura afecta las oportunidades laborales, mientras que figuras históricas del cine como Humphrey Bogart tomaron medidas para parecer más altos ante la cámara. A pesar de estos estigmas, la historia muestra que la altura no determina el éxito en la pantalla, con nombres como Tom Cruise y Dustin Hoffman rompiendo el molde convencional de lo que se espera de una estrella masculina en Hollywood. La tendencia actual en la industria del entretenimiento va inclinándose hacia una aceptación más inclusiva, que también comienza a celebrarse públicamente a través de fenómenos culturales como el "verano de los reyes bajitos", surgido de las redes sociales, que reivindican y celebran a los hombres que desafían las expectativas tradicionales sobre la altura.
Esta nueva mentalidad se refleja, por ejemplo, en las recientes entregas de premios donde actores de baja estatura como Jeremy Allen White y Kieran Culkin han sido reconocidos con premios prestigiosos. En contextos como el español, la altura parece ser un criterio menos relevante en el casting para cine y televisión, según explica la directora de casting María Rodrigo, lo que sugiere que la percepción de altura en la pantalla depende más de imaginarios culturales que de la realidad. La reflexión es también respaldada por el escritor Augusto Monterroso en su texto Estatura y poesía, donde relaciona la baja estatura con un vínculo especial con la poesía. El fenómeno trasciende al ámbito político, donde personalidades de menor estatura han ocupado roles de poder sin que su estatura se interpusiera en su camino al liderazgo. En definitiva, mientras las estigmatizaciones persisten, evidencias actuales indican que el talento y carisma son elementos mucho más determinantes para el éxito que la simple altura física.
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