La reapertura de la catedral de Notre Dame de París, cinco años después del devastador incendio de 2019, ha congregado a una multitud de 1.500 invitados y 40 jefes de Estado y de gobierno en un evento descrito por el presidente Emmanuel Macron como un «día histórico.» Entre los asistentes destacados se encontraban el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, a quienes Macron exhortó a continuar colaborando por la paz y la seguridad mundial. El ambiente solemne del acto contrastó con la colorida vestimenta de los religiosos presentes, que portaban trajes litúrgicos diseñados por el excéntrico diseñador pop Jean-Charles de Castelbajac. Las prendas, que rompieron con la sobriedad de los abrigos oscuros de los políticos, destacan por sus vibrantes colores y su inspiración en obras de arte, un sello distintivo de De Castelbajac.
La compleja restauración de Notre Dame involucró a más de 2.000 trabajadores y contó con el respaldo de 850 millones de euros procedentes de donaciones internacionales. Este ambicioso esfuerzo incluyó contribuciones significativas del sector moda, como las millonarias donaciones de LVMH y Kering, dos gigantes de la industria. Esta vinculación entre la catedral y el mundo de la moda no es nueva; ya en 2018, el Costume Institute del Met de Nueva York abordó la influencia del imaginario católico en el diseño contemporáneo en su exposición «Heavenly Bodies.» En este contexto, De Castelbajac, conocido por sus colaboraciones con artistas como Andy Warhol y su historial de vestir a personalidades como Madonna y Lady Gaga, añade un toque innovador al combinar elementos de la iconografía religiosa con el vibrante estilo del pop art, reforzando así el vínculo estético entre la religión y la moda.
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