En la dinámica redacción de un reconocido medio de comunicación, Javi se ha ganado una singular reputación por sus escenificaciones surrealistas. Con un sentido del humor afilado y una habilidad para lo inesperado, solía deslizarse entre los escritorios con ocurrencias que no dejaban indiferente a nadie. Sus intervenciones eran casi performativas, convirtiendo una tranquila tarde de trabajo en un suceso memorable. Javi, con su estilo espontáneo, sabía exactamente cuándo y cómo intervenir, añadiendo un poco de locura a las rutinas diarias y convirtiéndose en un personaje entrañable y esencial en la oficina.
Este particular enfoque no solo entretenía a sus colegas, sino que también alimentaba el ambiente creativo del lugar, proporcionando un respiro de las demandas del periodismo moderno. Su capacidad para sorprender con una frase inesperada o una acción extravagante parecía romper con el ritmo monótono, inspirando incluso a los redactores más concentrados. En una industria donde las historias deben ser originales y cautivadoras, la presencia de Javi y su toque de surrealismo no solo era bien recibida, sino también apreciada como una bocanada de aire fresco en medio de la presión constante por las noticias de última hora.
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