Japón enfrentó su tercer déficit comercial consecutivo en julio, con un saldo negativo de 17.500 millones de yenes (683 millones de euros), en un contexto marcado por la desaceleración del comercio con Estados Unidos, su segundo mayor socio comercial. Las tensiones derivadas de la guerra comercial impulsada por la Administración Trump han afectado significativamente a las exportaciones niponas, que cayeron un 10,1% interanual hacia EE UU, a pesar de mantener un superávit de 585.110 millones de yenes (3.600 millones de euros) con el país norteamericano. Estos desafíos son exacerbados por los aranceles del 10% y adicionales del 25% sobre vehículos japoneses impuestos por EE UU, aunque un reciente acuerdo logró reducir las tarifas a un 15%.
A nivel global, las exportaciones japonesas disminuyeron un 2,6% interanual, mientras que las importaciones cayeron un 7,5%. Japón tuvo un déficit con China y la UE, aunque logró reducir su déficit comercial con Brasil y Chile. En un intento de diversificar sus relaciones comerciales y contrarrestar la influencia china, Japón explora oportunidades en África y el océano Índico. Durante la Conferencia Internacional de Tokio sobre Desarrollo Africano, el primer ministro Shigeru Ishiba propuso la creación de una «zona económica» común que fortalezca la conectividad regional, al tiempo que anunció planes para capacitar a 30.000 personas en inteligencia artificial en colaboración con instituciones africanas.
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