En el municipio de Teocaltiche, Jalisco, la violencia ha alcanzado niveles alarmantes tras el asesinato de dos importantes funcionarios en menos de diez días. Estos eventos han puesto en evidencia el desafío que enfrenta el gobernador Pablo Lemus en su intento de pacificar la región. El reciente asesinato del secretario del ayuntamiento, en un restaurante, ocurrió poco después del homicidio del jefe de la policía local, quien fue emboscado. A pesar de los esfuerzos de las fuerzas estatales y federales, incluido un operativo que desmanteló centros de videovigilancia del crimen organizado, la inseguridad prevalece. La intervención de la policía municipal, realizada meses atrás debido a sospechas de colusión con grupos criminales, no ha logrado estabilizar la situación, y esto subraya la complejidad del contexto.
Además, la incertidumbre se exacerba por la falta de claridad en las promesas del gobernador Lemus, quien pidió 45 días para pacificar la región sin explicar el porqué de este plazo. La intervención estatal en la policía de Teocaltiche, la cuarta en su historia reciente debido a irregularidades, evidencia un problema estructural en uno de los eslabones más débiles del sistema de seguridad pública de México. Ubicado cerca de las fronteras con Guanajuato, Aguascalientes y Zacatecas, Teocaltiche enfrenta desafíos que trascienden sus capacidades locales, agravados por las expectativas puestas en soluciones rápidas. La situación refleja un problema más amplio en Jalisco, donde la violencia estructural y la fragilidad institucional requieren respuestas profundas y sostenidas.
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