A partir de ahora, el puerto albanés de Shëngjin será el nuevo destino para el desembarco de migrantes que no sean considerados vulnerables. Esta decisión se enmarca dentro de un acuerdo internacional para gestionar la crisis migratoria en el Mediterráneo, que busca redistribuir la afluencia de personas de manera más equitativa y aliviar la presión sobre las naciones que tradicionalmente han recibido un número elevado de migrantes. La medida ha generado reacciones diversas; por un lado, algunos expertos ven la decisión como un paso hacia una gestión más coordinada del fenómeno migratorio, mientras que otros la critican por considerar que se corre el riesgo de no atender adecuadamente las necesidades humanitarias de los migrantes involucrados.
El puerto de Shëngjin, localizado en la costa noroeste de Albania, ya comenzó a prepararse para afrontar este nuevo rol logístico dentro del contexto europeo. Las autoridades albanesas, en colaboración con organismos internacionales, han intensificado las labores para asegurar que se cuente con la infraestructura necesaria para recibir a las personas que lleguen bajo este esquema. Sin embargo, la llegada de migrantes podría plantear desafíos significativos, tanto a nivel local como regional, en términos de recursos y gestión social. Albania, que históricamente no ha sido un punto caliente en las rutas migratorias europeas, ahora se enfrenta al reto de implementar este plan sin precedentes en su historia reciente.
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