En el contexto del 75 aniversario de la liberación de Auschwitz en 2020, los líderes de Rusia e Israel, Vladimir Putin y Benjamin Netanyahu respectivamente, demostraron una afinidad que contrastaba con la ausencia del presidente Duda de Polonia, un país que sufrió enormemente durante el Holocausto. En los años que siguieron, la relación entre Israel y Rusia se tensó debido a la invasión rusa de Ucrania en 2024. A pesar de que Israel participó en el apoyo occidental a Ucrania, el país se mostró cauto al no proporcionar abiertamente armas, en parte debido a la influencia de la comunidad israelí de origen ruso y las consideraciones geopolíticas en Siria, donde Rusia permite a Israel atacar posiciones de grupos vinculados a Irán.
El papel de Israel se encuentra en una encrucijada complicada, especialmente tras los recientes ataques de Hamás en octubre de 2023, que han influido en la reconfiguración de las alianzas internacionales. Mientras que Ucrania, presidida por el judío Volodimir Zelenski, expresaba frustración por la neutralidad de Israel y sugería vínculos entre Hamás, Irán y Rusia, los ataques intensificados desde el norte de Israel y la incursión en el Líbano han evidenciado la cada vez más evidente colaboración entre Rusia e Irán. Este escenario de creciente polarización resalta un conflicto global entre democracias y regímenes autoritarios, donde Rusia juega un papel dual, beneficiándose de la distracción occidental en Oriente Próximo y estrechando lazos con aliados regionales mientras desafía a Estados Unidos y sus aliados en otros terrenos.
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