En la madrugada del lunes, Israel rompió el alto el fuego con Gaza, que estaba a punto de cumplir dos meses, mediante una inesperada serie de bombardeos que resultaron en al menos 50 muertos, incluidos menores y mujeres, según el Ministerio de Sanidad del gobierno de Hamás en Gaza. Los ataques fueron reportados en varias zonas de la Franja, incluyendo Deir al-Balah y la capital, Gaza, lugares que habían sido considerados humanitarios por Israel y que acogían a desplazados. Estos sucesos se producen en pleno mes de Ramadán, profundizando el sufrimiento de los gazatíes. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, justificó la acción citando la negativa de Hamás a cumplir con acuerdos previos y liberar rehenes israelíes, advirtiendo que Israel tomará medidas militares más severas en el futuro.
El impacto de los bombardeos es devastador, como demuestran las imágenes de periodistas locales que muestran cadáveres de niños en hospitales y el caos de las explosiones en la noche. La situación humanitaria es crítica, con el bloqueo total de la entrada de ayuda esencial y el corte de electricidad que afecta la producción de agua potable. El conflicto se acrecienta por la falta de acuerdo entre Hamás, Israel y mediadores internacionales, quienes no logran avanzar hacia una segunda fase del alto el fuego. Israel, respaldado por Estados Unidos, busca prolongar la tregua inicial para forzar la liberación de rehenes, mientras Hamás demanda garantías más sólidas para cualquier avance. Tras los bombardeos, Israel ha ajustado sus directrices de seguridad, destacando la inminencia de nuevos enfrentamientos y afectando la vida diaria en las comunidades cercanas a la frontera con Gaza.
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