El reciente canje entre Israel y Hamás, que involucró la liberación de 20 rehenes israelíes a cambio de casi 2.000 presos palestinos, ha enfrentado desafíos significativos horas después de su ejecución. Mientras Israel reportó la muerte de seis palestinos en bombardeos, Hamás intensificó su control en las calles de Gaza. La entrega de los cuerpos de 28 rehenes fallecidos continúa siendo una fuente de tensión, ya que Hamás ha devuelto solo ocho hasta ahora, lo que ha sido calificado como una violación del pacto original por parte del gobierno de Netanyahu, que también decidió medidas de represalia. Entre estas, se cuenta la restricción en el número de camiones de ayuda humanitaria que ingresan a Gaza, limitándolo a la mitad del mínimo acordado.
Paralelamente, la intervención de mediadores internacionales como Estados Unidos, Qatar, Egipto y Turquía busca evitar el colapso del alto el fuego. Sin embargo, las conversaciones actuales enfrentan retos, incluyendo el desarme de Hamás y la administración futura de Gaza, que se debate entre una gestión «apolítica» y la propuesta de una «Junta de la Paz» liderada por Trump, la cual genera desconfianza entre los palestinos. Mientras tanto, Hamás continúa consolidando su presencia militar en el territorio, tomando medidas drásticas contra grupos rivales como el clan Dogmush, lo que ha resultado en ejecuciones sumarias justificadas como medidas de seguridad contra colaboradores de Israel.
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