El gabinete de Seguridad de Israel aprobó el plan del primer ministro Benjamin Netanyahu para intensificar el control sobre la Franja de Gaza, en medio de crecientes tensiones y protestas tanto internas como internacionales. La propuesta contempla un aumento en las operaciones militares y una serie de medidas destinadas a restringir aún más el movimiento en la región, bajo el argumento de garantizar la seguridad nacional. Esta decisión ha generado una oleada de críticas por parte de defensores de derechos humanos, quienes advierten sobre el impacto humanitario y las posibles violaciones al derecho internacional. Las manifestaciones en varias ciudades de Israel reflejan la división de opiniones sobre la estrategia gubernamental.
A nivel internacional, la respuesta ha sido mixta, con algunos aliados de Israel expresando su apoyo mientras que otros países han mostrado su preocupación por la escalada de tensión. Desde Gaza, las autoridades locales han condenado la medida, calificándola de acto de agresión que podría desencadenar un conflicto más amplio. Observadores internacionales insisten en la necesidad de reanudar las conversaciones de paz y han instado a ambas partes a encontrar una solución diplomática. Mientras tanto, la comunidad internacional sigue de cerca los desarrollos en la región, atentos al impacto del plan en la estabilidad del Medio Oriente.
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