Israel lanzó bombardeos en Líbano tras identificar que Hizbulá preparaba un ataque masivo contra su territorio. En respuesta, la milicia chií comenzó un ataque de «venganza», lanzando más de 320 cohetes para facilitar el ingreso de drones de ataque. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dirige las operaciones desde la base de Kirya en Tel Aviv, con el apoyo del ministro de Defensa, Yoav Galant, quien declaró el estado de emergencia y se comunicó con su homólogo estadounidense. La ofensiva ha elevado el nivel de alerta máxima en Israel, afectando el tráfico aéreo en el aeropuerto Ben Gurion. Este conflicto, que ya ha resultado en cientos de bajas, representa la peor escalada bélica en la frontera desde 2006.
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