La reciente ruptura del alto el fuego en Gaza por parte de Israel ha desatado una espiral de violencia que se extiende por toda la región. Los bombardeos israelíes sobre la Franja han provocado la muerte de 634 personas en solo cuatro días, la mayoría menores y mujeres. Este aumento en la hostilidad ha llevado a un aumento de ataques contra Israel desde diversos puntos del Oriente Próximo. La madrugada del pasado sábado se registró el lanzamiento de cinco cohetes desde Líbano, hecho que Hezbolá ha negado autorizar. Estos cohetes, los primeros en casi cuatro meses, no causaron daños, pero desencadenaron respuesta inmediata de Israel con intensos bombardeos en suelo libanés, dejando al menos dos muertos. Mientras tanto, la animosidad crece en otros frentes, como en Yemen, donde los hutíes han mantenido una serie de ataques con misiles balísticos contra Israel, intensificando la tensión en Jerusalén y Tel Aviv.
El conflicto sigue escalando, con Líbano convirtiéndose en un nuevo epicentro. Cinco cohetes lanzados desde el país apuntaron a Metula, una localidad fronteriza israelí, y a pesar de ser interceptados en su mayoría y asociados a equipamiento rudimentario, las Fuerzas Armadas libanesas han encontrado lanzacohetes improvisados en el norte del río Litani. La respuesta israelí ha sido contundente, con bombardeos masivos sobre el sur de Líbano ordenados por el primer ministro Benjamín Netanyahu. El primer ministro libanés, Nawaf Salam, ha instado a evitar una escalada que podría arrastrar a la nación a otro conflicto devastador, mientras Israel mantiene su posición estratégica en la región. La situación está marcada por el desequilibrio de fuerzas y el respaldo sólido de Estados Unidos a Israel, complicando una tregua efectiva y abriendo el escenario a una potencial conflictividad a largo plazo.
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