El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha lanzado una contundente advertencia a los militantes kurdos en Siria, señalando que deben deponer las armas o enfrentarse a ser «enterrados con ellas» en suelo sirio. Este mensaje surge en un contexto de reorganización política en Siria tras la caída del régimen de Bachar el Asad, quien ha huido a Moscú. Combatientes apoyados por Turquía están luchando en el norte del país contra la milicia kurda YPG, que busca autonomía en la región. Ankara considera al YPG una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), grupo calificado como terrorista por Turquía y sus aliados occidentales, y ha hecho reiterados llamados para su eliminación del futuro de Siria.
Las palabras de Erdogan fueron pronunciadas durante una reunión con sus diputados del partido AKP, subrayando el compromiso de Turquía de erradicar la influencia del YPG. Ankara ha manifestado su intención de abrir un consulado turco en Alepo, previendo un aumento del tránsito fronterizo y el retorno de refugiados sirios a medida que se estabiliza la situación. Esta postura refleja las tensiones en torno al papel de las milicias kurdas, que, a pesar de haber sido parte vital en la coalición que derrocó al régimen de El Asad, ahora enfrentan un futuro incierto ante las presiones turcas y el complicado entramado de alianzas internacionales.
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