En una operación de patrullaje rutinario, fuerzas del ejército israelí dieron muerte de manera accidental al presunto cerebro detrás del ataque terrorista ocurrido el 7 de octubre. Esta acción inesperada tuvo lugar mientras las tropas realizaban sus operaciones regulares de vigilancia y control en la región, sin que aparentemente estuvieran al tanto de que el objetivo de alta relevancia se encontraba en el área. El individuo, cuya identidad no ha sido revelada por las autoridades, era considerado un elemento clave en la planificación y ejecución del atentado, lo que representa un golpe significativo para la organización a la que pertenecía.
El incidente resalta la complejidad de las operaciones militares en la región, donde el conflicto constante crea un escenario impredecible incluso para los actores más experimentados. Si bien el objetivo no era parte de una misión intencionada, su eliminación podría tener repercusiones en la dinámica de seguridad y en las capacidades operativas de las células terroristas involucradas. Las autoridades israelíes subrayan que, a pesar de no haber sido un operativo planificado, este desenlace no deja de ser un avance importante en los esfuerzos por mitigar la amenaza terrorista en la zona, permitiendo a la población local un respiro provisional en medio de la tensión existente.
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