La situación humanitaria en Gaza sigue siendo crítica pese a la reciente apertura parcial de fronteras anunciada por el gobierno israelí para permitir la entrada de alimentos básicos. Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas de Israel, anunció que la población de Gaza recibirá raciones limitadas de pan y comida, mientras que el primer ministro Benjamín Netanyahu calificó esta medida como “una cantidad básica” para evitar la hambruna inminente. Sin embargo, organizaciones internacionales han manifestado que esta ayuda es insuficiente y que el bloqueo que lleva semanas impidiendo la entrada de otros suministros esenciales sigue teniendo un efecto devastador en el enclave palestino.
El impacto de esta crisis, exacerbada por los bombardeos desde marzo, ha dejado ya más de 53.500 muertos y amenaza con sumir al territorio en una hambruna generalizada. A pesar de la entrada de unos pocos camiones con alimentos y medicinas, la respuesta se considera simbólica frente a las catastróficas necesidades de los casi 2,1 millones de gazatíes, la mitad de los cuales son menores. Mientras tanto, la comunidad internacional y varias organizaciones humanitarias presionan a Israel para que permita el paso ininterrumpido de asistencia y cese sus ataques. La controversia aumenta con un plan israelí-estadounidense que prevé centros de distribución de ayuda bajo control militar, lo que ha sido criticado como una estrategia para mantener un control estricto sobre la población desplazada.
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