En un movimiento inesperado, Tel Aviv ha intensificado sus ataques contra Teherán, centrando su ofensiva en objetivos de alto valor simbólico. Entre los lugares atacados destacan la cárcel de Evin, conocida por albergar a presos políticos; instalaciones de la Guardia Revolucionaria y diversas sedes de las milicias que han jugado un papel clave en la represión de las recientes protestas antigubernamentales. Este asalto coordinado busca debilitar la infraestructura represiva del régimen iraní y enviar un mensaje contundente sobre la postura de Israel respecto a las acciones internas del país persa.
La respuesta internacional ha sido de gran preocupación, con varios países instando a la calma y la desescalada del conflicto. La comunidad internacional teme que estas acciones puedan desencadenar un conflicto de mayor envergadura en la región ya tensionada. Mientras tanto, las autoridades iraníes han prometido tomar represalias y fortalecer su vigilancia en puntos estratégicos, advirtiendo que su respuesta será proporcional y en defensa de su soberanía. La situación sigue siendo volátil, con un alto grado de incertidumbre sobre los próximos pasos de ambos lados en este creciente enfrentamiento.
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