El informe revela que tras un ataque, las autoridades decidieron al día siguiente recoger y cubrir los cadáveres de las víctimas, además de triturar los vehículos involucrados. Este procedimiento fue evaluado posteriormente y se concluyó que triturar los vehículos fue un error crítico. La medida, aparentemente destinada a manejar de manera rápida y efectiva las secuelas del ataque, ha suscitado críticas y debates sobre la gestión adecuada de los restos materiales de un ataque. Este hecho subraya fallos en la toma de decisiones bajo presión y ha llevado a llamados por una revisión de los protocolos operativos en situaciones de emergencia.
Expertos y analistas han advertido que la destrucción de los vehículos no solo puede entorpecer las investigaciones, sino que también puede eliminar pruebas clave que serían valiosas para entender la ejecución y el origen del ataque. La comunidad internacional y organizaciones de derechos humanos han mostrado su preocupación, instando a las autoridades a priorizar la transparencia y el cumplimiento de normas internacionales en el manejo de escenas de conflicto. Mientras tanto, el gobierno ha manifestado su disposición a revisar y ajustar las prácticas vigentes para evitar que errores de este tipo se repitan en el futuro.
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