El Ejército israelí ha finalizado su retirada del Corredor Netzarim en la Franja de Gaza, tras un acuerdo de alto el fuego con Hamás. Esta línea, que separa en dos la región, permite ahora el retorno de los desplazados a sus hogares en el noroeste del enclave. La retirada, anunciada por la radio del Ejército israelí y confirmada por fuentes palestinas, marca un cambio significativo en la dinámica del conflicto. Sin embargo, la devastación en el Corredor es evidente, con carreteras dañadas y pocas estructuras en pie, impidiendo el acceso total a la zona. A medida que las familias regresan, confrontan no solo los restos de sus hogares, sino también las difíciles condiciones del terreno, hallando incluso cadáveres entre los escombros. Esta retirada es vista por Hamás como un «fracaso» de la operación israelí, en contraste con las declaraciones de «victoria total» del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Mientras Gaza intenta recuperarse, la situación sigue siendo tensa en Cisjordania, donde Israel ha intensificado su Operación Muro de Hierro contra las milicias palestinas. Las acciones militares han provocado ya muertes y desplazamientos forzosos en campamentos de refugiados, como Nus Shams y Yenín. Además, en el sur de la Franja, el Corredor Filadelfia sigue bajo control israelí. En medio de esta tensión, el Ministerio de Exteriores de Egipto ha convocado una «cumbre árabe de emergencia» para finales de febrero, respondiendo a una controvertida propuesta del presidente estadounidense Donald Trump para el realojo temporal de la población gazatí. Esta iniciativa ha sido recibida con críticas internacionales, y Egipto busca fortalecer las relaciones bilaterales con Estados Unidos a través de reuniones con altos funcionarios de la nueva administración estadounidense. En este complejo escenario, la paz y la estabilidad en la región siguen siendo inciertas, ante un panorama de reconstrucción y esfuerzos diplomáticos que tratan de abordar los persistentes conflictos.
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