El mercado de la telefonía móvil está experimentando un fenómeno donde los lanzamientos de nuevos dispositivos vienen acompañados de narrativas grandilocuentes sobre sus innovaciones. Marcas icónicas como Apple y Samsung lideran este ciclo, ofertando sus modelos más recientes, como el iPhone 16 y el Galaxy S24 Ultra, con precios que alcanzan casi 2.000 euros. España, con más líneas móviles que habitantes, muestra una alta penetración de estos dispositivos, suscitando dudas sobre si las actualizaciones constantes responden a necesidades reales o a una cultura de consumismo exacerbado. Esta realidad está impulsada por conceptos de marketing que refuerzan la idea de que lo nuevo siempre es mejor, un fenómeno conocido como obsolescencia percibida. Sin embargo, el aumento en la venta de móviles reacondicionados, liderado por plataformas como Back Market, sugiere un cambio de paradigma, ofreciendo dispositivos funcionales a menor costo y con menor impacto ambiental.
A la par, un grupo creciente de consumidores muestra reticencia a cambiar de móvil solo por tener el último modelo, valorando más la funcionalidad que las pequeñas innovaciones técnicas. Casos como el de Chris Matyszczyk, que se aferra a su iPhone 12, o el empresario vasco que optó por un modelo anterior tras una reparación, evidencian el desgaste de la táctica de marketing de mejora incremental. Este escepticismo también recoge preocupaciones ecológicas, ya que el reacondicionamiento de móviles evita desperdicios y promueve la sostenibilidad. Por ello, el mercado de dispositivos reacondicionados está en auge, ofreciendo garantías similares a las de un equipo nuevo y brindando una alternativa más asequible y ecológica frente al frenético ciclo de lanzamientos de las gigantes de la tecnología.
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