El fallo judicial reciente ha generado una ola de críticas por parte de diversas organizaciones defensoras de los derechos de la víctima, quienes lamentan que la sentencia argumenta que la víctima no es creíble, perpetuando, según ellas, una cultura de impunidad hacia los agresores. Estas entidades expresan su preocupación porque decisiones de este tipo pueden desalentar a las víctimas de denunciar agresiones, al sentir que su testimonio no será valorado adecuadamente en el sistema judicial. La controversia ha provocado numerosas reacciones en redes sociales, así como opiniones divididas entre expertos legales y activistas por los derechos humanos.
Mientras tanto, el Gobierno se mantiene prudente frente a la situación, evitando emitir juicios prematuros sobre el fallo. Se espera que el Ejecutivo analice detenidamente los detalles de la sentencia antes de tomar una postura pública definitiva. Esta cautela busca asegurar que cualquier declaración oficial esté respaldada por un entendimiento completo de los hechos y del proceso legal involucrado. La actitud del Gobierno refleja un intento de equilibrar la independencia del poder judicial con la necesidad de garantizar que se respeten los derechos de todas las partes involucradas.
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