En el mundo musulmán, la fatua es un concepto que comúnmente genera confusión. Se trata de la respuesta de un experto en Derecho islámico a una consulta específica y no es vinculante legalmente, aunque puede establecer precedentes seguidos en otros casos. Un ejemplo notable de su uso se observa en el contexto iraní con respecto a su programa nuclear. En 2004, durante negociaciones de paz, el intermediario nuclear iraní introdujo la idea de una fatua que prohibiría el uso de armas nucleares, una declaración que, según análisis, funcionó para legitimar el programa nuclear iraní como una actividad pacífica justificada religiosamente. Este discurso se ha mantenido a lo largo de los años, con manifestaciones como las del expresidente Hassan Rouhani, quien afirmó que la fatua es más relevante que tratados internacionales, desatando un juego estratégico por parte de Irán en el ámbito internacional.
Sin embargo, expertos como Khosro Isfahani del Atlantic Council señalan que las supuestas declaraciones del ayatolá Jamenei sobre la prohibición de armas nucleares nunca se presentaron de manera formal a través de una fatua escrita. Jamenei ha calificado el uso de armas nucleares como «haram» solo en discursos, sin pronunciarse definitivamente sobre su desarrollo. Esta ambigüedad calculada, según expertos, permite a Irán mantener abiertas sus opciones para el desarrollo nuclear, mientras equilibra las presiones internacionales con mensajes contradictorios que mezclan prohibiciones religiosas con advertencias de una posible escalada. La estrategia iraní se sustenta en principios del chiísmo que permiten flexibilidad religiosa para asegurar la supervivencia del Estado, presentando una postura dual que mantiene a la comunidad internacional en incertidumbre sobre las verdaderas intenciones nucleares del país.
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