El gobierno de Estados Unidos descubrió semanas antes del atentado un complot iraní para asesinar a Donald Trump, lo que llevó al Servicio Secreto a reforzar la seguridad del ex presidente. Sin embargo, pese a las advertencias, los agentes no pudieron evitar que el atacante Thomas Matthew Crooks disparara a Trump en un mitin en Pensilvania. Las investigaciones aún no vinculan a Crooks con Irán directamente, aunque se sospecha que el país buscaría venganza por la muerte del general Qassem Soleimani en 2020. El Servicio Secreto enfrenta críticas por su actuación, mientras que la misión de Irán en la ONU rechaza las acusaciones y exige justicia por el asesinato de Soleimani.
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