La enfermedad, altamente contagiosa entre el ganado bovino, ha generado preocupación en el sector agrícola debido a su rápida propagación. Causada por un virus, la infección se caracteriza por provocar fiebre, así como la aparición de nódulos en la piel, membranas mucosas y órganos internos de los animales afectados. Además de su impacto sanitario, la enfermedad es de declaración obligatoria, lo que implica estrictos controles y medidas de cuarentena para evitar su expansión.
Las autoridades y ganaderos se enfrentan al desafío de contener el brote, implementando protocolos de bioseguridad y aumentando la vigilancia en las explotaciones ganaderas. Esta situación no solo afecta la salud de los animales, sino que también tiene repercusiones económicas significativas para los productores y la industria cárnica. El esfuerzo conjunto entre veterinarios, instituciones y agricultores es crucial para gestionar esta crisis y mitigar su impacto en el sector.
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