Una tragedia sacudió Múnich este sábado al confirmarse la muerte de una niña de dos años y su madre de 37, quienes no lograron sobrevivir a las heridas sufridas en un atropello masivo ocurrido el jueves. Este ataque dejó 39 personas heridas, entre las cuales, madre e hija eran las únicas en estado crítico. Las autoridades investigan el incidente como un posible atentado islamista, según la Oficina Regional de Investigaciones Criminales. La respuesta del gobierno no se hizo esperar, cuando el canciller alemán, Olaf Scholz, visitó el lugar del suceso para depositar flores y llamar a la unidad nacional, enfatizando la necesidad de que los responsables enfrenten la «dureza de la ley». Este evento se suma a otro atropello masivo en Magdeburgo hace apenas dos meses, intensificando el debate y la preocupación pública por la seguridad.
La Fiscalía General del Estado está a cargo de la investigación tras hallar indicios que sugieren una motivación islamista. Durante el arresto, el autor, un ciudadano afgano de 24 años, admitió haber atropellado deliberadamente a los manifestantes, justificando sus acciones con una «explicación religiosa». Informes indican que afirmó haber actuado bajo un mandato divino para «enviar a todos al paraíso». A pesar de residir legalmente en Alemania, su solicitud de asilo había sido rechazada en 2016, y no tenía antecedentes penales conocidos, aunque se reportaron comportamientos erráticos previos. Este incidente ocurre en un contexto de tensión tras un reciente ataque en Aschaffenburg, también en Baviera, extremando las medidas de seguridad en el país y elevando el tenor del debate público en pleno período electoral.
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