Cada vez más ahorradores dan el paso hacia la inversión pasiva a través de fondos indexados. Sin embargo, al comenzar en este camino, surge una duda inevitable:
¿Vale la pena pagar a un RoboAdvisor cuando puedo comprar los fondos por mi cuenta?
En teoría, parece sencillo: copiar la cartera, ahorrar comisiones y tener el control. Pero, en la práctica, la gestión independiente puede ser más compleja y menos rentable de lo que aparenta. Veamos por qué.
Qué es un RoboAdvisor y qué ofrece
Un RoboAdvisor es una plataforma automatizada que diseña, gestiona y ajusta carteras de inversión basadas en fondos indexados, según el perfil de riesgo del usuario. Plataformas como Indexa Capital han democratizado esta opción en España.
La principal propuesta de valor es clara: ofrecer una inversión diversificada, automatizada y sin emociones, a cambio de una comisión reducida (entre el 0,15 % y el 0,45 % anual). Todo ello, sin necesidad de conocimientos avanzados de mercados financieros.
La tentación de hacerlo por cuenta propia
Muchos inversores novatos, tras ver las carteras modelo de estas plataformas, piensan:
“¿Y si compro los mismos fondos por mi cuenta en un bróker y me ahorro la comisión?”
La lógica es válida. Con algo de tiempo y curiosidad, uno puede replicar una cartera similar. Pero el verdadero desafío viene después de la compra inicial.
El factor decisivo: el rebalanceo
Con el tiempo, los distintos activos de una cartera suben o bajan de forma desigual. Esto altera el equilibrio original. Por ejemplo, una cartera con 60 % de renta variable y 40 % de renta fija puede convertirse en un 75/25 si la bolsa sube mucho. Entonces, toca rebalancear: vender lo que ha subido y comprar lo que ha bajado.
Este proceso es esencial para mantener el nivel de riesgo deseado. Pero hacerlo bien implica:
- Control emocional (vender cuando el mercado va bien no es fácil)
- Hacer cálculos precisos
- Tener en cuenta la fiscalidad (especialmente si no se usan fondos traspasables)
- No dejarse llevar por modas o pánicos
Los RoboAdvisors hacen esto de forma automática, siguiendo reglas claras y sin interferencias emocionales.
Costes y beneficios a largo plazo
Muchos inversores se fijan solo en la comisión, pero olvidan el coste oculto de las malas decisiones.
Un estudio de Vanguard estimó que la gestión profesional puede aportar entre un 1 % y un 2 % adicional de rentabilidad anual gracias al rebalanceo, la optimización fiscal y la asignación adecuada de activos.
Aunque invertir por cuenta propia puede ahorrar un 0,3 % de comisión, si no se rebalancea bien o se toman decisiones emocionales, ese “ahorro” puede convertirse en una pérdida de rentabilidad superior.
Ejemplo práctico
Imaginemos dos inversores con 10.000 euros durante 20 años:
- Ana invierte con un RoboAdvisor al 0,5 % de comisión y consigue un 6 % de rentabilidad media.
- Luis invierte por su cuenta, paga solo 0,1 % en comisiones, pero comete errores que reducen su rentabilidad al 5 %.
Al cabo de 20 años:
- Ana tendrá: 32.071 €
- Luis tendrá: 26.533 €
La diferencia, pese a las comisiones, supera los 5.500 euros.
¿Para quién es mejor cada opción?
- RoboAdvisor: ideal para quienes quieren invertir de forma pasiva, sin complicaciones, con disciplina automática y menor implicación emocional.
- Gestión propia: recomendable solo para personas con conocimientos financieros, experiencia previa o mucho interés en dedicar tiempo al seguimiento y ajuste de la cartera.
Conclusión
Pagar una pequeña comisión por un RoboAdvisor no es un despilfarro, sino una inversión en tranquilidad, automatización y disciplina. Para la mayoría de los inversores, especialmente los que comienzan, la ayuda profesional marca la diferencia a largo plazo.
Invertir no es solo cuestión de elegir fondos, sino de mantenerse firme durante el camino.