En la recta final hacia las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en Estados Unidos, la organización OpenSecrets pronostica que esta campaña será la más costosa en la historia del país, con un gasto que podría alcanzar los 15.900 millones de dólares, superando así el récord de 15.100 millones del ciclo electoral de 2020. Los principales actores de esta intensa batalla electoral son los grupos externos que respaldan a los candidatos, y cuyo gasto podría superar los 5.000 millones de dólares. Entre los protagonistas de estas donaciones figuran poderosos multimillonarios que han inyectado cuantiosas sumas a los PAC y Super PAC, entidades que apoyan a sus candidatos preferidos sin tener una relación directa con ellos, disfrutando así de más libertad en sus actividades de campaña.
Entre los destacados benefactores republicanos, Elon Musk ha desembolsado 75 millones de dólares en apoyo a Donald Trump, mientras que Timothy Mellon ha donado un total de 160 millones a varias iniciativas, incluyendo un Super PAC pro-Trump. Por su parte, Miriam Adelson ha aportado 95 millones a un PAC también a favor de Trump. En contraste, en el bando demócrata, Bill Gates ha ofrecido 50 millones de dólares a un PAC que apoya a Kamala Harris, y Mike Bloomberg ha canalizado 19 millones a Future Forward, además de otras contribuciones a favor de la agenda demócrata. Estas elecciones, que también renovarán la Cámara de Representantes, un tercio del Senado, y puestos de gobernador en 11 estados y dos territorios, han captado no solo la atención sino también las fortunas de los más ricos, reflejando el creciente papel del dinero en la política estadounidense.
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