El activismo accionarial está en auge a nivel mundial, desempeñando un papel crucial en la exigencia de responsabilidades y la generación de valor en las empresas, según el informe Activismo global 2024 de Georgeson. Las compañías de mediana y pequeña capitalización son especialmente vulnerables a estos movimientos debido a sus menores niveles de gobernanza y el atractivo de sus valores cotizando con descuentos significativos. En Estados Unidos, el activismo se centra en la revisión de las competencias de liderazgo y las dinámicas de los consejos de administración, con compañías como Walt Disney, Starbucks y Southwest Airlines en el centro de las acciones más destacadas. Japón, tras Estados Unidos, emerge como un bastión del activismo, impulsado por reformas regulatorias en la Bolsa de Tokio y una mayor participación de fondos institucionales extranjeros. Las campañas en este país se dirigen sobre todo a empresas energéticas y financieras.
En Europa, Londres se establece como epicentro del activismo, con un enfoque colaborativo en comparación con el estilo más confrontacional de Norteamérica. El 40% de las iniciativas en el continente se concentran en el Reino Unido, contrastando con el 18% en Alemania. Las estrategias europeas se centran en modificar directivas, mejorar la eficiencia operativa y revisar políticas de remuneración, transformando la percepción del activismo de negativa a constructiva. En varios países europeos, estos movimientos lograron el 30% de los puestos directivos a los que aspiraban. En España, aunque menos frecuente, el activismo accionarial se ha observado en empresas como Cellnex y Grifols, y se espera que aumente en 2025 influenciado por la volatilidad del mercado y las políticas arancelarias de Estados Unidos, lo que podría intensificar las campañas en sectores vulnerables como el turismo y el metal.
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