El Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, conmemorado cada 7 de septiembre, ha puesto este año su foco en el lema «Invertir en #AireLimpioAhora». Esta iniciativa subraya la necesidad de canalizar recursos hacia la mejora de la calidad del aire, destacando los múltiples beneficios económicos, ambientales y de salud pública que conlleva.
António Guterres, secretario general de la ONU, lanzó una advertencia contundente, calificando la contaminación del aire como un «asesino silencioso» que debe ser combatido con urgencia. Según Guterres, el 99% de la población mundial respira aire contaminado, lo que resulta en aproximadamente ocho millones de muertes prematuras anuales, entre ellas más de 700,000 niños menores de cinco años. El secretario general destacó que la polución tiene un impacto desproporcionado en los grupos más vulnerables, incluidos mujeres, niños y ancianos, complicando aún más la crisis climática.
Para hacer frente a esta problemática, Guterres urgió a una acción concertada que involucre a gobiernos, empresas, organizaciones de desarrollo y otros actores tanto a nivel local como global. Propuso medidas concretas como reducir el uso de combustibles fósiles, fomentar el uso de cocinas limpias y mejorar la vigilancia de la calidad del aire. Estas inversiones no solo salvarían vidas, sino que también impulsarían economías más saludables y justas, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Desde la instauración del Día del Aire Limpio en 2019, a raíz de una resolución de la Asamblea General de la ONU que reconocía los efectos perjudiciales de la contaminación del aire, el evento ha cobrado relevancia. En este marco, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó un informe revelador sobre el impacto del cambio climático, los incendios forestales y la contaminación en la salud humana. El informe indica que tanto el hemisferio norte como el sur experimentaron temporadas de incendios forestales intensas en 2023, las cuales causaron muertes y daños en la agricultura.
Ko Barrett, secretaria general adjunta de la OMM, enfatizó la relación intrínseca entre la calidad del aire y el cambio climático, señalando que ambos problemas deben abordarse conjuntamente para mejorar la salud del planeta y de sus habitantes. Por su parte, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha calificado la contaminación del aire como el «mayor riesgo para la salud ambiental de nuestro tiempo». Inger Andersen, su directora ejecutiva, subrayó que el acceso a un aire limpio es un derecho universal y que se requiere una inversión global para lograr este objetivo.
La comunidad internacional es consciente de que la contaminación atmosférica no respeta fronteras, demandando un esfuerzo coordinado y global para su mitigación. Las propuestas incluyen desde la implementación de normativas estrictas sobre la calidad del aire hasta el fomento de energías renovables y el aseguramiento del cumplimiento de estándares de emisiones en la industria. Si se aborda de manera eficaz, la contaminación del aire puede ser reducida significativamente, ofreciendo un futuro más saludable y mejorando la calidad de vida en todo el mundo.